Del cielo y la tierra, de toda cosa hermosa;
Hablan dulcemente las bellas palabras...
De todas las estrellas mi alma hizo sueños,
Y de todo bello mar, las melodías pavanas.
De este sentimiento el universo me ofrece;
A mis ojos sin luz, ver en oscuridades,
¡Que sólo pueden verse a través del amor!
Los párrafos que ceden, la voz al cantante.
Mi espíritu, que canta, en el día y la noche;
En el manuscrito que otorga los cielos...
¡Los conocimientos se vuelven sagrados!
Y se tornan música, para mi pensamiento.
Al pasó que avanzó, narrando una historia;
Demostrando mis dones en los confines,
¡Y voy derramando sobre los libros ciegos!
La sabiduría suprema, en todo los jardines.
El corazón se inmortaliza, al propio canto;
Que bien deja caer la cautelosa llovizna,
Y cada gota es un conocimiento otorgado,
Y encierra un amor, en el cristal de la vida.
Sagrados pensamientos, artes de galerías;
Que vagan eternamente entre sombras...
¡En las penumbras de múltiples universos!
Al llanto, de cada hombre quien te nombra.