Me envolvía en su amor y en su fragancia,
Y su voz, que perfuma para mi vida,
Como una melodía, daba música mi alma...
Mientras con su amor me sonreía.
Y de nuevo sonreía mi esperanza,
Y otro amor, profundo de mi ser surgía,
Y de toda esa mala desesperanza
En una niebla de paz se hundía.
Daba un olor a una tierra iluminada,
Sobre ardientes colores que parecían,
Bellos arcoiris aparecer entre la nada
Dulzura inocente de sus ojos salían.
Y en sus manos decente mi ser temblaba,
Cuya alma amorosa lo infinito adivina,
Una emoción alegré fuerte me abrazaba
Como una eternidad de dulzura divina.