Miguel Peñafiel

DEL AMOR A LA AGONÍA

Del amor a la agonía

No espero que nadie me crea, ni tampoco obligo a que todos lean mi historia, a lo que me he dispuesto a escribir. Sé muy bien que de amor no he de morir pero quisiera aliviar mi corazón de los fracasos del amor. Mi propósito consiste en poner en evidencia una serie de episodios de mi vida amorosa. Las consecuencias de esos episodios que me han atormentado y que en gran parte me han destruido. Pero no intentaré explicarlos, si para mí han sido como una pesadilla, para ustedes resultará algo normal menos espantoso.

Desde mi infancia me destaque por mi bondad y por mi forma de ser, la ternura de mi carácter que abrigaba mi corazón era tan grande que han llevado a convertirme en objeto de burla para todos, mucho peor especialmente para los amores que han llegado a tocar mi puerta, en este caso me refiero a mi amada Marisela. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me había sentido más feliz que cuando le daba de comer y la acariciaba. Esta forma de ser que forma parte de mi carácter creció conmigo, llegándose a convertir en una de mis principales virtudes. Aquellos que han experimentado cariño y un amor fiel se dará cuenta que no necesito explicarle el gran afecto del amor o la intensidad que de mi parte recibía. Aunque me cuesta tanto negar que para llegar directamente al corazón de aquella mujer, he probado con frecuencia la falta de interés de amor y la falta de fidelidad por parte de ella.

Me hice de ella joven y tuve la alegría de hacerla mi mujer. Que compartiera mis gustos, mis preferencias, y que no había límites para nuestras edades a pesar de que ella era mucho mayor que yo. Nunca perdí el interés, ni perdía oportunidad de preocuparme por ella, mi mujer que en el fondo era no poco cuidadosa con su salud, aludía con fecuencia de que todos los hombres que pasarán por ella; tenían que brindarle bienestar. Sólo yo le daba todo eso, y aunque hoy en día le cueste mucho aceptar; no habría otro como yo tan tonto que le lavase la ropa y le hiciera su desayuno.

Nuestro amor duro poco tiempo, En el curso de las cuales debo confesar que su forma de ser alteraron mis pensamientos en trastornos psicológicos. Día a día me fui volviendo más amargo y melancólico, irritable e indiferente, hacia los sentimientos ajenos, incluso llegue hablar mal de mi mujer; que en palabras se fue convirtiendo en violencias personales. Tanto así que mi enfermedad empeoró, comencé a refugiarme más en el alcohol, y por tanto, algo enojadizo, empecé a sufrir las consecuencias de mi mal humor.

Un día en que volvía a casa completamente embriagado, me pareció que mi mujer evitaba mi presencia que aún no había llegado a casa. Sé apoderó de mi una furia demoníaca, que cuando llegó ella asustada por mi violencia ya no supe lo que hacía, ese día fue la primera vez que la eche de la casa y fue como si la raíz de mi alma se separará de golpe de mi cuerpo que hicieron estremecer cada fibra de mi ser. Cuando la razón retornó con la mañana, me había dado cuenta que me había quedado sólo con el remordimiento de lo que había cometido. Pero mi sentimiento seguia siendo débil y una parte de mi alcanzaba el interés de burcarla; que una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en el alcohol los recuerdos de lo sucedido.

Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la búsqueda de ese gran amor. Uno de esos sentimientos que dirigen mi carácter se había sorprendido así mismo de cometer una acción malvada que no entró en razón simplemente de que no debía cometerla. Por otro lado estaba mi ego de hacer el mal por el mismo, lo ahorqué mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón. Cometía un pecado pero recordé que ella cometía muchos, uno de los siete pecados capitales cometido en más de cinco ocasiones; fue el de a verse ido a vivir con su ex esposo, pero más allá de la infinita misericordia de Dios todo sabemos lo terrible que fui al habersela arrebatado primeramente a él de sus brazos.

Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero ningún cabo suelto incompleto en esta historia. Al descubrir esta aparición -me doy cuenta que me sentía dominado por el asombro del cual ella me seducia. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda, quedando clara de esta forma satisfecha mi razón, ya que ante lo ocurrido y los horribles episodios no pude librarme de su fantasma y en todo ese tiempo un sentimiento inconforme que parecía, sin ser el remordimiento surgía de mi corazón.

Por mi parte, pronto entendí que si una mujer nunca tuvo el total interés en ti, es porque nunca te amo. Sin que pueda decir cómo ni por qué? Su fingido cariño por mí me gustaba y me enamoraba, ese sentimiento que crecía hasta alcanzar la amargura del odio. Lo que sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, que después de que en varias ocasiones me dejará; la terminaba perdonando y aceptándola de vuelta a casa comprendiendo realmente como era a fondo su verdadera naturaleza.

Me sería imposible denifirlo de otra manera, pero tengo un término para todo eso; ser pendejo sería la palabra adecuada. Me siento casi avergonzado de reconocer, que el encanto de mi ex mujer me inspiraba, la única diferencia entre el amor que sentía y el amor que ella había matado, era la extraña sensación de que nos seguíamos atrayendo físicamente y que representaba algo que me entremezco al nombrar, pero podría decir con exactitud y palabras claras que solamente era atraído por la pasión. De la que no era posible desprenderme bajo el agobio de tormentos semejantes, sólo de los malos pensamientos que disfrutaban en la intimidad.

La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodea; hasta del mundo, y mi ex querida mujer llegó a ser la habitual víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos que ella me proporcionaba cada vez que me abandonaba. Pasaron un día, dos días y un tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respire como un hombre libre, como si un monstruo aterrador había huido de casa para siempre. "Y así fue como pudo ella librarse de su agonía, así como la mía pudo librarse de ella".

Reserva derecho de autor.

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