Al verte pensé que por fin conocí,
Toda belleza en su esplendor,
Llegó, por fin, a MI la esperanza:
De creer, otra vez, en tí el amor.
Eres pura y limpia como el agua,
Y como la nieve tu piel blanca,
Suave, eres tierna, y eres alegre,
Con esa sonrisa mural en tu cara.
Eres tan dulce, y como una niña
Que encanta con sus miradas,
Nunca has sido tan niña, nunca
Pero tu inocencia, bien engaña.
Tiene también una mujer madura,
Que provoca con las miradas,
Y llamando la atención con ellos
Parecen remover mis entrañas.
Bajo su piel, sus ojos, a mi alma,
No quiere decir cómo se llama,
Dice que me quiere a la hora
Y que me ama, pero no me ama.
Ha dicho de pie sobre mi sombra,
Que pasa todo el día mojada,
Que mis besos en su piel germina
Una semilla que acaricia el alma.
Yo dejando, que ella me responda,
Diciendo no, y así me cansa,
Será que lo disfruta verme sufrir
Sabiendo que muero por amarla.