Miguel Peñafiel

ADORABLE MUJER

Adorable mujer

Adorable mujer, tus labios finos incitan a mis labios al beso más dulce que la vida me ha llevado a codiciar, para ser la preferida de mis ojos. Tu carne blanca y sonrosada perfuma el ambiente y el tacto de quien te toca; exhala un exquisito olor a magnolias, olor que evoca las fragancias más encantadoras.
Tú debiste nacer en alguna isla adorable gobernadas por tan bellas mujeres, en alguna isla melodiosa junto a un santuario sagrado: donde tus ojos son brillantes diamantes y los hilos sedosos de tu cabello son de  oro!...
Tus ojos divinos, que se pasean por las claras miradas mías, de la cual tu comprendes que me atraen como faros protectores; a desembarcar al delicioso puerto de tus labios carnosos y blandos.
La belleza de tu cuerpo, acompaña el ritmo de tu paso, donde tus frágiles piernas avanzan tan ágil y rítmicamente me parece mirar tus líneas armoniosas de tu cuerpo modelando: donde eres perseguida huyendo a través de la calle perfumada!...
Mujer hermosa, abandona en la brisa la esencia mística que envuelve a tu cuerpo, para así seguir el camino que guardan los perfumes de las lejanas sendas donde tu moras; pasa como un sueño armada de tus encantos, (junto en la sombra donde te asecha los felinos ojos de este fiel admirador...) y permite que tu ternura inmensa oprima mi corazón, a mi corazón exaltado de una inefable pasión de amarte.
Adorable mujer;
Son tus pupilas iluminados abismos en que naufragan mi corazón, la luz encendida para no perderse mi alma.
Son tus manos leves, la más pura y delicadas rosas para mi jardín astral.
Son tus cabellos una lluvia de astros, cargado de aroma bajo la luna.
Son tus cantos el pecado mortal de tu voz melódica, que encierra mi destino de la suprema felicidad.
Acaso con esto dirás que soy un poco cursi; también podría ser muy tonto, pero mi corazón se perfuma al recuerdo de tu imagen, y a base de todo eso me lleno dulcemente de infinitos deseos; tanta bella tontería, tantas horas sentimentales, y tantas de adorables locuras, porque siendo tu la estrella que anhelan alcanzar mis manos, eres esa fuente de vida que nunca apagará mi sed.

Reserva derecho de autor.

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