Que desdicha la mía
Saber lo que no sabía,
y darme cuenta de éso
que yo más temía.
Sentir mi alma perdida.
Sentír en mi pecho
ese quiebre, esa apertura.
Mi alma está dolida,
y la vida se pone más dura.
Yo ya sentía cierta amargura.
por todo lo soñado,
por todo lo planeado,
y por nada concretado.
Sí, la vida ya no tiene,
de antes, la misma dulzura.
La duda me sedujo.
de aire, dos corrientes,
una muy fría
y una muy caliente.
Choques creando un flujo,
un gran huracán en mi mente.
Entonces, ellas aparecieron
y a la duda interrumpieron.
La soledad, de manera sensual,
me invitó a salir.
otra apareció vistiendo muy seductora,
esta última era encantadora,
a mi alma asusta, pero enamora.
Ella comprende mi vivir,
promete abrazarme
y, dentro del silencio de su ser,
acogerme y acurrucarme.
Al fín, ¿Qué tengo que perder?
Con ambas mi fui a dormir
esperando no volver
esperando no sentir.