Tienes el don, tienes el verso, tienes
Todo el valor de ti, tienes la altiva
Resolución que arrostra y que cautiva
Y llama las coronas a las sienes.
Tienes la fuga, el verbo, los desdenes
Divinos de quien es, y el habla viva
De quien cruza la tierra cielo arriba
Y ni adula al feliz, ni aguarda bienes.
—¡Pero no tengo el impudor odioso
De enseñar mis entrañas derretidas
En estuche de verso recamado!
Viva mi nombre oscuro y en reposo
Si he de comprar las palmas perseguidas
Sacando al viento mi dolor sagrado.