José Martí

Sólo el afán...

Sólo el afán de un náufrago podría,
Lejos el cielo y hondo el mar;
A un alma sin amor, que en el tumulto
De rostro en rostro, por su tarda amante
En vano inquiere, y lívida jadea:
¡Yo sé, madre sin hijos, la tortura
De vuestro corazón! ¡Yo sé del triste
Sediento, y del hambriento, y del que lleva
Un muerto en las entrañas! Oigo el aire,
Suplico en alta voz, desesperado
Gimo, a la sorda sombra pido un beso.
De mí no sé. Me olvido. Me recoge
La desesperación. ¡Y entre los brazos
Del hambre, a tanto el plato me despierto!
Yo sé que de las rosas
Holladas al morir brota un gemido;
Yo he visto el alma pálida que surge
De la yerba que troncha el casco duro
Cual lágrima con alas: yo padezco
De aquel dolor del agua cristalina
Que el sol ardiente desdeñoso consume.
Sé de mis náuseas mortales, y el deseo
De vaciar de una vez el pecho ansioso,
Como en la mesa el bebedor cansado
Vuelca la copa del inútil vino.
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