Usted quiere matarse en nuestro nombre
ahí
en el inestable centro del mundo
solo frente al espejo avejentado
usted quiere matarse en nuestro nombre
ser el vicario de nuestras cotidianas agonías
el portavoz de nuestro dulce asco
sin embargo se mira francamente a los ojos
tiene presente que ésa puede ser la penúltima mirada
y se halla viejo como un viejo rencor
acabado como una noticia
por fin admite que
(a la mierda vicarios
portavoces) no ha de matarse
por lo menos que no ha de matarse por nadie
que no sea
usted mismo