#EscritoresUruguayos #SigloXX #SigloXXI #1988 #VientosDelExilio
Todo mandato es minucioso y cruel me gustan las frugales transgresiones por ejemplo inventar el buen
Una mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra de modo que si ocurre un desconsue… un apagón o una noche sin luna es conveniente y hasta imprescindi…
Sólo una temporada provisoria, tatuaje de incontables tradiciones… oscuro mausoleo donde empieza a existir el futuro, a hacerse pie… Nada aquí, nada allá. Son las pal…
Uno llegar e incorporarse al día Dos respirar para subir la cuesta Tres no jugarse en una sola apuest… Cuatro escapar de la melancolía Cinco aprender la nueva geografía
Compañera usted sabe puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo si alguna vez advierte
Hace apenas dos años que nos junta… para hacer algo aunque fuera bien poco por la patria doméstica la pobrecita jodida
«¿Y eso por qué?», preguntó Montse en su tercera sesión de café montevideano. «Sencillamente porque la dictadura nos dejó una herencia de mezquindad», respondió Jorge, «un legado ...
Una esperanza un huerto un páramo una migaja entre dos hambres el amor es campo minado un jubileo de la sangre cáliz y musgo / cruz y sésamo
Te doy la cana mundo cuando girás eterno nosotros temerarios afinamos la sombra
¿De qué se nutre la nostalgia? Uno evoca dulzuras cielos atormentados tormentas celestiales escándalos sin ruido
Están en algún sitio / concertados desconcertados / sordos, buscándose / buscándonos bloqueados por los signos y las du… contemplando las verjas de las pla…
Cuando volvés a la tarde como a un… y tu mujer te espera linda y ávida y cree en la provincia de tu silen… que hace tiempo vendiste al enemig… cuando volvés de tarde como un pad…
Nacido como todos de un deseo en la noche trivial y en la distan… de la nada de ozono transeúnte desnudo desde el vamos / aprendiz de desdicha de culpas de inocencia
Lo reconstruyo todo signo a signo y así me reconozco todavía en estas calles que caminan lentas por el otoño tantas veces dicho lo bueno es la tristeza repentina
Doblé la esquina y el Papa estaba allí, solo y bostezando, con su atuendo blanquísimo, recostado en la pared de ladrillos. Siempre supe que lo iba a encontrar, pero no pensé que sería t...