A sus treinta y cinco años, Ileana Márquez tenía marido (Dámaso) y amante (Marcos). Saberse querida, o al menos deseada por ambos, no le causaba la menor ansiedad, más bien le otorgaba ...

País lejos de mí / que está a mi l… país no mío que ahora es mi contor… que simula ignorarme y me vigila y nada solicita pero exige que a veces desconfía de mis pocas…

Sólo hasta ayer fui joven hoy empecé a ser viejo desde el mal bienestar

Quedan las cáscaras de vida la solidaridad de las columnas las pausas del escombro el pavoroso cielo gris la tierra exasperada

Yo digo ¿no? esta mano que escribe mil doscientos y transporte y Enero

Las voces ya no llaman / ya no pid… el cielo está crispado y sin auxil… jadea el viento harto de palabras hay ausencias que cercan que respi… no es un naufragio de los de antes

Es mía la inocencia ánfora de cristal tan desvalida que nada me sugieren sus añicos la juventud es mía y es además atávico susurro

Al preso lo interrogaban tres veces por semana para averiguar «quién le había enseñado eso». Él siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de turno arrimaba a sus te...

En las pausas insomnes en los ojos glaciales en el gesto ritual de la amenaza el vocero del odio estrena sus eni… hinca roedor sus dientes en el hum…