Marina Córdoba

Vana Gloria

Mujer, haz de tu cuerpo tu esfinge
borda de dolores tu bandera.
Mujer, haz de tu lágrima tu mártir,
irrumpe intempestivamente en el cauce de la pena
y haz de las palabras devoradas, tu protesta.
 
Mujer, no pretendas silenciar el conflicto.
No trates de aquietar el desastre como si no tuviera importancia alguna el vacío tan pasivamente transitado ni
la ausencia, ni el tiempo extraviado,
ni el advenimiento tan grosero del escalofrío que prosigue al recuerdo.
 
Mujer, entonces no habrá escondites donde reposar en lamentos.
No habrá otra opción más que
irrumpir intempestivamente en la causa de las penas.
Entonces harás de tu silencio,
y las palabras devoradas
y del nudo en la garganta
y el ceño fruncido,
y el gesto inmutable,
y el dolor y el lamento,
tu protesta.
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