El hubiera no existe pero nosotros lo inventamos,
hay una tenue luz entrando en mi pequeña habitación.
Mi sonrisa es un interruptor,
las dudas son una lista de nuestras melancolías,
ser una fakir de mi camino sobre vidrios rotos.
Pedaleando hacia el borde de un precipicio,
dejar un te extraño en las esquinas de mi cuaderno gastado.
Esta inseguridad que se come el tejido
y mis venas están enraizadas en mis pezones.
Ahora me tomaré una Haldol,
soltando jarrones que ya no cargo conmigo.
Los críticos opinan que nunca existió el amor
o que solo fue un ensayo con mala ortografía,
busco un mar para zambullirnos,
quizás no llegar a tanto, es decir, solo ahogarnos,
Jung me confirma la verdad,
qué hay entregas que valen la pena
y manos que buscan días de asueto en
mi vulva.
Marie Bardott