Mirad hacia la montaña. Se ha posado un arcángel blanco ¡¡Albino!! como la nieve. Vigila con su espada los transparentes velos
Mar, que la sed transforma en sal. Mar, espejo voraz,
Debes descansar. pero no dejar que las cosas se hagan solas.
Las buenas palabras deben ir acompañadas de buenas obras.
Persistentes brisas cubren el azul oscuro del rizado mar.
Preciosa gargantilla, arrancada del cuello de Atenea, para embellecer a las doncellas de los jardines de Grecia, jardines de las hojas perennes.
El sabio estima a todos, porque cada persona tiene una virtud.
Fronda que das olorosos racimos. Viña que destila dulce ambrosía de purpúreo color
Huelo felicidad a mi encuentro salen almas ágiles y graciosas. Creo en un dios festivo que sabe bailar
Son carruajes llevados por cisnes alados relucientes y blancos.
Mar chileno he sorbido tu salobre hálito has sido navegado por humildes canoas de cuero en antaño
El cielo ¡¡Es la frente de Dios!! cuando se nubla o truena ¡¡Es Dios que está pensando!!
Mide tus aciertos por el grado de esfuerzo que llevó conseguirlos.
Allí balan suavemente las crías de corderos estando sobre florecientes hierbas frondosas y ¡¡hermosas!!.
Busca la paz, dentro de ti.