No olvides que soy el diablo,
dedos inocentes que trazan el deseo,
un lienzo en blanco, teñido de rojo,
hermano de sangre, me llevas cogido.
Esperas amigo, el momento,
llegas y la embaucas.
Tu pensamiento cimenta,
sobre el volcán la ceniza,
haciendo prenda en su alma,
que recoges entre tus dedos,
mientras las brasas la abrazan,
de su mortal deseo, llegar al averno.
Y como ya trazaste, dejar su destino,
fundido en el lienzo, tapiz que tamiza
el horizonte perdido, donde tu mano cierne,
prendida venganza de tu alma
sedienta.
@Derechos de autor María José Luque Fernández