DESDE LOS ACANTILADOS
Quiero pedirte licencia,
antes de que un suspiro se lleve tu recuerdo
para a tu vera junto a los acantilados,
sentir morir y renacer un día
con mi cabeza en tu regazo
y nuestras manos entrelazadas,
mientras tu brazo seguro y fuerte
me recoge el alma
contemplar lo mismo nuestros ojos,
capturar para el futuro el horizonte
el océano que nos une y no separa,
que escondió torpemente nuestras carcias.
Sentir el calor de tu piel,
en mi piel blanca y fría.
En ese no entender, y tal vez querer callar,
que sin duda la distancia ofuscó.
Sentir sin sentir, no importa, “Te quiero”,
¿Tú?, creo que también...
Déjame por última vez,
sentir esos besos tuyos sabor a especias
esas carcias lentas, seguras en la distancia
recorriendo la geografía de mi cuerpo
en tu imaginación tallada.
Permiso, para sentir a tu vera los embates
del agua brava en el acantilado
mientras la espuma en su rastro
al retroceder rubrica nuestro olvido.
MarÍa José Luque Fernández.