Estamos ya arrasados, detenidos,
fuera ya de nosotros, sin ribera ni centro,
sin nombre ni memoria,
perdida ya la clave del límite, la cifra
de nuestra propia imagen y su espejo.
Todo aquí es más allá
se ha trascendido el círculo.
Se ha derogado el número.
Ni distancia. Ni música. Ni latido. Ni órbita.
La dulzura terrible, sin fondo, de la nada.