Conduzco, la memoria sonriente
humor vítreo en los labios,
veinte kilómetros de luna
en la pupila cortan y acortan
más de treinta años,
tres décadas “desmagiadas”.
Conduzco, músicas microscópicas
crean el espacio, inician sin inicio,
comienzan sin comienzo, estallan
sin estallido, Big Bang silencioso
de medio siglo que se revela ahora
primor de juventud.
No puedo creer que vaya a escuchar
la música que alguna vez sin saberlo
me hizo feliz y libre,
más de Venus que de La Tierra,
un planeta recordatorio
de grandes tragedias.
Es el final de la cuenta atrás,
apenas veinte minutos
pausan mi renacimiento,
una pequeña odisea
de regreso intertemporal,
éxtasis interno y descontrolado
aparente calma, ignota felicidad.
Llevaba tanto tiempo
entre los enemigos del sol,
un ejército de realidades armadas
hasta los dientes
fusiles hasta en las nubes,
riesgo, vértigo, aplastamiento
edificios trotones de lo infernal,
que no había vuelto a soñar
el árbol maduro y suplicante
con su semilla.
Hoy una flor transeúnte
clavará la nota del piano en la gota
y se abrirá por última vez,
tierno saludo de despedida.
¿Cuántas vidas me quedan
por descubrir, cuánto más
he de renacer por colisión
ahora que se acercan
velocidades de luz
compuestas de universos?
Llenarme de extrañas estrellas tuyas,
llenarte de extrañas estrellas mías,
hacer extensible la belleza:
pianopoemas orbitando versoplanetas
sólo placer y extensa fuerza,
gravedarnos de astrocuerpos
y desprendernos las almas,
hemisferios que se atrapan para dejarse ir
y retornarse en libertad.
No hallo motivo para el llanto tuyo
pues siento que esta canción
existe desde siempre
y ya no habrá más despedidas
cuando las luces se apaguen.
Referencias: Europe The Band
The Final Countdown
Carrie
© Maria Luisa Arenzana Magaña