De mirada infinita, de luz y sombras, de risa y llanto que das y quitas.
Cuerpo procaz, tus piernas largas como dos torres donde me extravío.
Te encuentro y despiertas erguido de tu letargo.
Aviesa, me empeño en derrotarte.
Tus ingles cabalgan desbocadas.
Al final, el gladiador se rinde, y veo tus ojos más grandes que la muerte.