Manuel José Cortés

Manuel José Cortés(1815-1865).

Poeta, ensayista, periodista, historiador, político y diplomático boliviano, nacido en Cotagaita (en el departamento de Potosí) el 10 de abril de 1811, y fallecido en Sucre (capital del departamento de Chuquisaca) el 16 de febrero de 1865. Figura destacadísima en la vida cultural y política de su joven nación (en que fue un eminente hombre de Estado), ha pasado a la Historia de las Letras bolivianas por haber sido el introductor del Romanticismo entre los poetas de su tierra, así como el primer intelectual que se aproximó al género historiográfico de forma rigurosa y metódica.

Manuel José Cortés(1815-1865).

Poeta, ensayista, periodista, historiador, político y diplomático boliviano, nacido en Cotagaita (en el departamento de Potosí) el 10 de abril de 1811, y fallecido en Sucre (capital del departamento de Chuquisaca) el 16 de febrero de 1865. Figura destacadísima en la vida cultural y política de su joven nación (en que fue un eminente hombre de Estado), ha pasado a la Historia de las Letras bolivianas por haber sido el introductor del Romanticismo entre los poetas de su tierra, así como el primer intelectual que se aproximó al género historiográfico de forma rigurosa y metódica.

Aunque nacido en Cotagaita, residió desde su adolescencia en Sucre, donde cursó estudios superiores de Derecho en la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Allí obtuvo el grado de licenciado en Leyes, y allí regresó años después, para ejercer la docencia en sus aulas y ascender hasta el cargo de Cancelario (la máxima autoridad universitaria, a la que correspondía otorgar los grados académicos).

En su faceta de hombre público, desplegó una brillante carrera como magistrado que le condujo hasta el relevante cargo de Fiscal General de la República; además, fue representante de sus conciudadanos en la Asamblea Nacional y Presidente del Congreso (1861-1864), y llevó a cabo complejas misiones diplomáticas al servicio del gobierno boliviano. Pero su actividad política no se redujo a las salas, los pasillos y los despachos de las dependencias oficiales, pues, fiel a la tradición del prohombre hispanoamericano del siglo XIX, intervino directamente en diversas acciones armadas, y llegó a ser oficial del ejército boliviano en la Batalla de Ingavi -en la que las tropas de su nación, al mando del general José Ballivián, derrotaron a las huestes peruanas comandadas por el general Agustín Gamarra, con lo que se puso fin a la guerra declarada entre ambas naciones en junio de aquel mismo año-. Esta constante y comprometida implicación en el devenir histórico de su pueblo le acarreó, amén de numerosos cargos y honores, muchos problemas y sinsabores (hasta el extremo de que, en tres períodos distintos de su vida, tuvo que exiliarse en Argentina).

Obra

En su faceta de escritor, Manuel José Cortés se dio a conocer como ensayista e historiador a comienzos de los años cincuenta, cuando dio a la imprenta su excepcional trabajo titulado Bosquejo de los progresos de Hispano-América (Valparaíso [Chile]: Imprenta González, 1852). Casi diez años después, salió de los tórculos su segunda incursión en el género historiográfico, Ensayo sobre la historia de Bolivia (Sucre: Imprenta de Pedro España, 1861), obra con la que Cortés se consolidó, definitivamente, como el fundador de los estudios históricos dentro de las Letras bolivianas.

En ambos textos, concebidos desde un riguroso planteamiento metodológico que hasta entonces era desconocido en la historiografía boliviana, Cortés expuso su peculiar interpretación del devenir histórico de los pueblos, que, según él, se fundamenta en la responsabilidad que contrae el individuo respecto a la historia de la que es protagonista. Así, puede afirmarse que el humanista boliviano creía en la existencia de una especie de "ética de la Historia", que viene dada por el mayor o menor compromiso de los ciudadanos con el devenir de sus pueblos.

Esta novedosa aportación de Manuel José Cortés tanto en el nivel conceptual como en el tratamiento metodológico de los estudios históricos causó una grata impresión entre la crítica de su tiempo, que ya supo advertir la importancia de las innovaciones propuestas por el escritor boliviano. Así, v. gr., en 1861, recién aparecido el Ensayo sobre la historia de Bolivia, el ilustre polígrafo de Santa Cruz de la Sierra Gabriel René-Moreno publicó el siguiente dictamen en una revista chilena: "La literatura hispano-americana acaba de atesorar una valiosa y nueva joya en el muy interesante libro que, bajo el modesto título de Ensayo sobre la Historia de Bolivia, ha dado últimamente a la estampa en Sucre el distinguido escritor y eminente poeta boliviano D. Manuel José Cortés".

Ya en pleno siglo XX, la crítica especializada ha señalado algunos graves defectos que lastran la obra historiográfica de Cortés, con su peligrosa propensión a "literaturizar" los episodios reflejados, su notoria tendenciosidad a la hora e enjuiciar hechos y personajes del pasado reciente, y su conformidad o falta de ambición al cubrir un período histórico demasiado breve. Pese a ello, los mismos estudiosos que enumeran estos deméritos reconocen también el acierto precursor de Cortés al recurrir por vez primera a los documentos testimoniales del pasado, en detrimento del arcaico y poco riguroso anacronismo que venía siendo seña de identidad en los historiadores anteriores; como atinadamente apunta el erudito Valentín Abecia en su Historiografía boliviana (1974), "se podría decir que nace con Cortés la historia que, dejando de lado el simple memorialismo, hace uso de la documentación. Ya no se trata de recuerdos o remembranzas, sino del deseo de dar fisonomía al pasado nacional, por más que el pasado que abarca sea reducido y aunque, como él mismo manifiesta, su obra fuera escrita con el auxilio de pocos documentos". Posteriormente, otro relevante historiador boliviano, Juan Siles Guevara, afirmó que el Ensayo sobre la historia de Bolivia ofrece "la primera visión integral de la historia boliviana"; y que, teniendo siempre en cuenta los tributos que paga a la ideología y la mentalidad de la época en que fue redactado -entre ellos, su concepción "positivista" de un devenir histórico presidido por el Providencialismo y el Progreso-, ocupa un lugar incuestionable entre "las cien obras capitales de la literatura boliviana".

Manuel José Cortés también publicó en prosa, además de las dos obras mencionadas en parágrafos anteriores, un tratado sobre la materia que había aprendido durante su estancia en la Universidad y que, durante muchos años, ocupó la parte central de su actividad profesional: Introducción al derecho (Sucre: Imprenta de Pedro España, 1862). Asimismo, alcanzó en su época gran celebridad como poeta (como ya se ha podido comprobar a tenor de las palabras de René-Moreno reproducidas más arriba), hasta el extremo de que muchos filólogos y estudiosos de la Literatura hispanoamericana -como, por ejemplo, el crítico Enrique Finot- le consideran, siquiera en orden cronológico, el primer poeta del Romanticismo en Bolivia.

Ciertamente, su producción en verso no goza, en nuestros días, de ningún reconocimiento otorgado a su calidad literaria. Es opinión general entre la crítica que Cortés escribió muchos y muy vulgares poemas, todos ellos anclados en los tópicos románticos más manidos, y carentes, por ello, de frescura y originalidad. Asimismo, se le imputa un defecto que, paradójicamente, el propio escritor de Cotagaita achacó a la mayor parte de los autores de su tiempo: el de haber prestado poca atención a su obra literaria, al haberse centrado más en cuestiones políticas y administrativas.

No obstante, en su tiempo gustaron mucho sus versos a la crítica y a los lectores, lo que explica que algún poema suyo, como el famosísimo soneto "El justo" que a continuación se copia, figure en casi todas las antologías de la lírica boliviana, como ejemplo paradigmático de los gustos concretos de una época:

Al borde del abismo, el roble erguido,  
del huracán resiste al recio embate,
y su lozana copa no se abate
ni aun al golpe del rayo que lo ha herido.

Así, la condición que le ha cabido
sufre el justo, en su vida de combate:
exento de temor su pecho late,
y el dolor no le arranca ni un gemido.

El odio inmerecido no le espanta;
de sus contrarios el ultraje olvida;
el rencor en su pecho nunca impera.

Del deber acatando la ley santa
ve, imperturbable, el drama de la vida,
y el desenlace en otra Vida espera".

Cortés recogió este célebre soneto, junto al resto de sus composiciones poéticas, en un volumen que dio a la imprenta a mediados del siglo XIX, bajo el título genérico de Poesías (Valparaíso [Chile]: Imprenta González, 1856).

Referencias

J. R. Fernández de Cano - mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=cortes-manuel-jose




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