#Españoles #Generación27 #SigloXX (1946) Nuevos de invitadas islas las poemas
El cielo de tu tacto Amarillo cubría El oculto jardín De pasión y de música. Altas yedras de sangre
Mi soledad llevo dentro, torre de ciegas ventanas. Cuando mis brazos extiendo abro sus puertas de entrada y doy camino alfombrado
Tu soledad te defiende, Te limitan tus miradas, Que yo sé que tu alma llega Adonde tu vista alcanza, Adonde llegan tus sueños,
Estabas sola y alta. Yo miraba cómo todos los pájaros Debajo de tu frente se escondían. ¡Qué ir y venir y qué volver! Cómo todas las cosas
Quiero vivir para siempre En torre de tres ventanas, Donde tres luces distintas Den una luz a mi alma. Tres personas y una luz
Amor, sólo te muestras Por lo que de mí arrancas, Aire invisible eres Que despojas mi alma Manchando el limpio cielo
El alma es igual que el aire. Con la luz se hace invisible, Perdiendo su honda negrura. Sólo en las profundas noches Son visibles alma y aire.
No estás tan sola sin mí. Mi soledad te acompaña. Yo desterrado, tú ausente. ¿Quién de los dos tiene patria? Nos une el cielo y el mar.
Se levantó sin despertarme. Andaba lenta, aplastándose tanto Hasta pasar bajo imposibles Sitios huecos, O estirándose fina como un ala
Era mi dolor tan alto, que la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura. ¡Qué pequeños resultaban
Yo y la luz te inventamos, Ciudad que ahora en un alba De fantasía y de sol Naces al mundo; Ciudad aún imprecisa,
Al ver por dónde huyes Dichoso cambiaría Las sendas interiores de tu alma Por las de alegres campos. Que si tu fuga fuera
Mis ojos grandes, pegados al aire, son los del cielo. Miran profundos, me miran me están mirando por dentro. Yo pensativo, sin ojos,
Un lago en una isla Eso es tu amor por mí, Y mi amor te rodea Como un inmenso mar De silencios azules;
No hay ningún paso, ni atraviesa nadie los dinteles de luz y de colores, cuando la rosa se abre, porque invisibles son los paraísos