#Andaluces #Españoles #Generación98 #Sevillanos #SigloXIX #SigloXX #SoledadesGaleriasYOtrosPoemas
Daba el reloj las doce... y eran d… golpes de azada en tierra... ...¡Mi hora!—grité—... El silenci… me respondió:—No temas; tú no verás caer la última gota
¿Mi amor?... ¿Recuerdas, dime, aquellos juncos tiernos, lánguidos y amarillos que hay en el cauce seco?... ¿Recuerdas la amapola
Húmedo está, bajo el laurel, el ba… de verdinosa piedra; lavó la lluvia, sobre el muro blan… las empolvadas hojas de la hiedra. Del viento del otoño el tibio alie…
La plaza y los naranjos encendidos con sus frutas redondas y risueñas… Tumulto de pequeños colegiales, que al salir en desorden de la esc… llenan el aire de la plaza en somb…
De la ciudad moruna tras las murallas viejas, yo contemplo la tarde silenciosa, a solas con mi sombra y con mi pen… El río va corriendo,
Recuerdo que una tarde de soledad… ¡oh tarde como tantas!, el alma mí… bajo el azul monótono, un ancho y… que ni tenía un pobre juncal en su… ¡Oh mundo sin encanto, sentimental…
Esta leyenda en sabio romance camp… ni arcaico ni moderno, por Valle-… revela en los halagos de un viento… la santa flor de alma que nunca se… Es la leyenda campo y campo. Un p…
A la desierta plaza conduce un laberinto de callejas. A un lado, el viejo paredón sombrí… de una ruinosa iglesia; a otro lado, la tapia blanquecina
La aurora asomaba lejana y siniestra. El lienzo de Oriente sangraba tragedias, pintarrajeadas
... Y tu cincel me esculpía en una piedra rosada, que lleva una aurora fría eternamente encantada. Y la agria melancolía
El demonio de mis sueños ríe con sus labios rojos, sus negros y vivos ojos, sus dientes finos, pequeños. Y jovial y picaresco
right...En el intermedio de la pri… Valcarce, dulce amigo, si tuviera la voz que tuve antaño, cantaría el intermedio de tu primavera —porque aprendiz he sido de ruiseñ…
El río despierta. En el aire oscuro, sólo el río suena. ¡Oh, canción amarga del agua en la piedra!
Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di: ¿por qué acequia escondida,
¡Ay del que llega sediento a ver el agua correr, y dice: la sed que siento no me la calma el beber! ¡Ay de quien bebe y, saciada