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Cabe la vida entera en un soneto empezado con lánguido descuido, y, apenas iniciado, ha transcurrid… la infancia, imagen del primer cua… Llega la juventud con el secreto
Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas. ¡Oh, viejas moscas voraces
La casa tan querida donde habitaba ella, sobre un montón de escombros arrui… o derruida, enseña el negro y carcomido
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol… algunas hojas verdes le han salido… ¡El olmo centenario en la colina
El limonero lánguido suspende una pálida rama polvorienta sobre el encanto de la fuente limp… y allá en el fondo sueñan los frutos de oro...
El sol es un globo de fuego, la luna es disco morado. Una blanca paloma se posa en el alto ciprés centenario. Los cuadros de mirtos parecen
Recuerdo que una tarde de soledad… ¡oh tarde como tantas!, el alma mí… bajo el azul monótono, un ancho y… que ni tenía un pobre juncal en su… ¡Oh mundo sin encanto, sentimental…
Oh Soria, cuando miro los frescos… cargados de perfume, y el campo en… abiertos los jazmines, maduros los… azules las montañas y el olivar fl… Guadalquivir corriendo al mar entr…
A los señores de Masriera, en recuerdo de una expedición a El… ¡Encinares castellanos en laderas y altozanos, serrijones y colinas
Era un niño que soñaba un caballo de cartón. Abrió los ojos el niño y el caballito no vio. Con un caballito blanco
Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas. Dice la desesperanza: sólo tu amargura es ella. Late, corazón... No todo
La tarde todavía dará incienso de oro a tu plegaria… y quizás el cenit de un nuevo día amenguará tu sombra solitaria. Mas no es tu fiesta el Ultramar l…
Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda, en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, hacia los montes azules,
El hada más hermosa ha sonreído al ver la lumbre de una estrella p… que en hilo suave, blanco y silenc… se enrosca al huso de su rubia her… Y vuelve a sonreír porque en su ru…
Ya en los campos de Jaén, amanece. Corre el tren por sus brillantes rieles, devorando matorrales, alcaceles,