M. E Milia Pavón

Casi 99 versos

A J.M. Ripalda

Casi 99 Versos Desoídos
 
La soledad
se ha marcado
un coito
largo,
largo,
conmigo.
 
Cada día,
al llegar a casa,
he revuelto
hojas,
cigarrillos,
cajones,
libros,
sábanas
y zapatillas.
 
Algo de ti,
pero en el techo
(tres agujeros y una mancha).
Nada esencial:
ni jara
(tu olor a monte)
ni azul
(tu color frío).
Ni en el buzón,
ni bajo la almohada.
 
Las meigas
nos acechaban.
No llevábamos el compás.
Y, sin embargo,
a pesar de los fantasmas,
pese a Sísifo,
Penélope
y Ariadna,
nos vimos en Valdevarnés,
nos paseamos por Pelegrina,
dormitamos en la playa
y, en un museo,
frente a Dalí,
tu ausencia
emprendió un corto viaje.
 
Me susurraste en alemán,
me llamaste lapislázuli,
me hablaste de ti.
 
Antes de mí:
Tiziano,
Innsbruck,
Debussy.
 
Antes de mi,
te cambió la vida
una mirada.
 
Y,... un buen día,
te descubrí.
 
Pero, tu corazón
(de tortuga)
no se casca
como un huevo.
 
Yo pretendí
apearme entre tus piernas
(tu esperma
inquieto,
no quiso reposarse).
Así, te convertiste en un No,
que a veces fue si,
 
Llegó
Watteau.
Y después,
Cuenca
(yo te regalé Valeria).
 
Tu bigote,
engalanado
con una camisa crema.
La “creme” del Rastro,
donde
lloraste:
¿Por Silvio?
O ¿por no ser Violeta?
 
Y entonces supe
que amarte sin dolor
era imposible.
 
Tuve que morir yo
para que tú comprendieras.

(1985)

(Escrito desde el otro lado de esta vida)

#Amor

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