No importa lo que te haya dicho.
Lo único cierto es que desde que se que no te voy a volver a ver,
ando “entumismado”,
no porque te piense a toda hora y lugar
sino porque cuando me acuerdo de ti,
brota un sentimiento de caída
en algo que eres tu,
una densa profundidad
donde las formas no son lo que parecen,
donde se distorsiona la realidad
porque no es la que quisiera,
sino la que es producto de tu raciocinio,
de tu irraciocinio,
de tus temores,
de tus fantasmas,
de tus padres y jueces
Me haces falta.
Recuerdo tu forma,
el tacto de tu mano en mi mano,
flácida-sin tono y sin voluntad,
bloqueando cualquier asomo de una respuesta natural,
como la de aprehensión, quedando solo la aprensión.
Tu oreja y ojos que encierran una mirada que escucha para responder,
hacen un esfuerzo por no dar rienda suelta a algo que presientes familiar y añorado,
algo que suena como el crepitar de una fogata que calienta y da luz,
en la que intuyes algo buscado desde hace tiempo
y de repente, cuando voy a tocar
y palpar tu alma, mirándote en lo más hondo de tus ojos,
me despiertas, como de un sueño,
esquivando la mirada
y haciéndome volver en sí,
en razón
a la realidad.
Trato entonces, recordar inútilmente, algo que presentía hermoso,
brota en su lugar, un sentimiento de pérdida.
Perdida de algo que nunca tuve,
pero que alcancé a sentir, a flor de piel,
como el aliento de un beso deseado,
como un roce de labios,
como un suspiro acompañado de un cerrar de ojos,
al saberse en presencia de algo añorado y encontrado...
pero extraviado en una bruma,
de la que brotan los sonidos de la realidad,
junto al crujir de una rama que se rompe,
mi corazón.
Lo único que queda, un sentimiento
atrapado,
acorralado,
sin diástole,
quebrado
inútil