El letargo padece despertamientos; palpita entre las frondas rumor de… y una llovizna sueña desgreñamient… de cristales sutiles, sobre el ram… Como un orientalismo de ensoñamien…

Envuelta en una magia de rosados c… sobre un reclinatorio de nardos y… tu cuerpecito lleno de inocentes t… dormía su narcisismo, ajeno a las… Velaba tu alma honesta vago romant…

La ceiba sobre el cauce se dobla b… quebrando la afonía de la áfona ll… Con su voz de matrona, la ceiba ca… tiene el ramaje loco de una rara l… Ella entraña el recuerdo recóndito…

¡Piedad, Señor, piedad para mi po… donde mi pobre gente se morirá de… Aquel viejo notario que se pasa lo… en su mínima y lenta preocupación… este alcalde adiposo de grande abd…

Por la encendida calle antillana va Tembandumba de la Quimbamba —rumba, macumba, candombe, bámbula… entre dos filas de negras caras. Ante ella un congo—gongo y maraca—

Con una incontrastable isocronía canta el reloj las horas que trans… y cual gnomos, por su armazonería, como suspiros, rápidas, se escurre… Quizá el tedio lo mata, y a porfía

Calabó y bambú. Bambú y calabó. El Gran Cocoroco dice: tu—cu—tú. La Gran Cocoroca dice: to—co—tó. Es el sol de hierro que arde en T…

Tuntún de pasa y grifería y otros parejeros tuntunes. Bochinche de ñañiguería donde sus cálidos betunes funge la congada bravía.

En su duro letargo concentrada, redonda, como el cráneo de un giga… la piedra en la vereda perfumada es verruga enigmática y punzante. Quieta, sintió la alegre carcajada…

Lector, vas a beber en una fuente, donde al bajar el labio y la mirad… encontrarás tu imagen retratada en la seda de su onda transparente… vas a beber el agua de un torrente

Yo no sé si soy sonámbulo o neurót… siento algos en el alma, y no son… El ambiente me sofoca, como a exót… en un pueblo enteramente de judíos… Vivo en ml y no comprendo; hormigu…

Como si una nube se hubiese dormid… sobre la esmeralda del cañaveral, con un gris sedoso, media desteñid… la guajana flecha la vista espectr… En su pesadumbre de esfuerzo perdi…

El champagne de la tarde sedativa embriagó la montaña y el abismo, de una sedosidad de misticismo, y de una opalescencia compasiva. Hundiste el puñal zarco de tu alti…

Esta mañana loca de campana, y una como alegría retozona, rebosa rica limpidez cristiana en su franca pureza de madona. “¡Cristo, Cristo!” resuena en la…

Suave como los tallos del papiro, con una vaga irradiación de fresa es tu talle de egipcia, en el que… toda la majestad de una princesa. El ensueño y el mar, en el zafiro