Raíces de libertad
El espejo de tu alma refleja tu verdad,
no temas a las caídas, son parte de caminar.
Cada grieta en el suelo guarda un paso que aprender,
y el dolor, si lo abrazas, te enseña a florecer.
No busques en otros lo que ya vive en ti,
las huellas que copiabas no son para seguir.
Camina con tus pasos, aunque titubee el pie,
la senda se hace andando... ¡el mundo es tuyo, créelo!
La magia no se esconde en bosques de cristal,
habita en lo sencillo: el pan, el aire, el panal.
En el rocío que besa las hojas al amanecer,
o en el abrazo breve que logra renacer.
No encajes en moldes que opacan tu color,
rompe el disfraz pesado, siembra tu propio amor.
Tus reglas son semillas, tu voz, un tambor fiel,
que marca su compás contra el viento y la pared.
Tu tierra es sagrada, cultívala con fe,
riégala con risas, poda lo que duele.
El tiempo no es enemigo, es ciclo, es respirar,
invierno, primavera... todo vuelve a empezar.
En el silencio encuentras la fuerza de crear,
un refugio sin ruido donde puedes escuchar.
La canción que te nombra, el latir de tu ser,
ya no pides permiso... ¡solo existe y se ve!
No eres copia ni sombra, eres sol que nació,
con luz que nadie apaga y un rumbo que eligió.
La vida no es prestada; es raíz, es volar.
Tu esencia es el camino... ¡y basta con mirar!
—Luis Barreda/LAB