Invierno En El Alma
El viento corta el aire con su filo de hielo,
la nieve cae lenta, bordando un manto frío.
Los árboles desnudos, silenciosos y quietos,
guardan en sus raíces un sueño escondido.
La luz del sol se esconde tras un velo plateado,
el río lleva prisa bajo su piel de escarcha.
El bosque, entre sus ramas, susurra un quejido,
mientras el tiempo gira, sin prisa, en la montaña.
No hay hojas que susurren, ni pájaros cantando,
solo el eco del frío que dibuja caminos.
El corazón resiste, herido y solitario,
como un tronco que aguarda la savia del destino.
El invierno no es solo nieve que todo enfría,
también es la esperanza que nace en la penumbra:
bajo la blanca alfombra, la semilla dormida
sueña con raíces que abrazarán la cumbre.
Las estrellas, lejanas, tejen hilos de plata,
la luna es una grieta en el cristal del cielo.
Y aunque el mundo se quede sin palabras ni aliento,
la vida sigue intacta, grabada en el subsuelo.
No temo al viento austero ni a la escarcha mordiente,
pues sé que tras la sombra nacerá el pan caliente.
La nieve, al derretirse, será río en la fuente,
y el alma, cansada, hallará su renacimiento.
Invierno, eres un viaje, una pausa en el tiempo,
un suspiro del mundo antes de florecer.
Y aunque ahora parezca que todo está inhabilitado.
guardas en tu silencio la llave del amanecer.
—Luis Barreda/LAB