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luis barreda

Amar a Cada Edad

Amar en cada edad
 
Quisiera amarte como a los 15,
cuando el mundo era un cuaderno sin tachar,
y el corazón latía por un mensaje en el recreo.
El amor era esconderse bajo la lluvia,
compartir un helado de dos sabores
y jurar que el futuro era nuestro.
Tus risas eran refugio,
las lágrimas, solo nubes pasajeras
que se borraban con un abrazo.
 
Quisiera amarte como a los 20,
con la piel ardiente y los sueños sin mapa.
Amarte en playas de arena fría,
en noches sin reloj,
donde el mar contaba secretos
y la luna nos envolvía en su manto.
Eramos fuego y sal,
tatuando promesas en el viento,
creyendo que el tiempo era un aliado.
 
Quisiera amarte como a los 30,
cuando el cuerpo sabe de ritmos ocultos
y el deseo se mezcla con el café de la mañana.
Bailar contigo en cocinas vacías,
mientras la música habla de lo que callamos.
El sexo era un idioma sin fronteras,
un puente entre la piel y el alma,
donde cada suspiro era un verso nuevo.
 
Quisiera amarte como a los 40,
con las cicatrices que enseñan a vivir.
Amarte con raíces profundas,
como el árbol que resiste la tormenta
y aún da frutos dulces.
Saber que las arrugas son historias,
que los silencios no son vacíos,
sino pausas para respirar juntos.
La pasión no es huracán,
es brasa que calma las noches largas.
 
Quisiera amarte como a los 50,
sin prisa, como quien siembra semillas.
Disfrutar el café compartido,
las caminatas sin rumbo,
las manos que se buscan bajo la mesa.
Robarle horas al sueño
para reírnos de lo que antes nos dolía,
mientras el viento juega con nuestras canas.
 
Pero hoy quiero amarte *como se ama a mi edad*:
sin disfraces, sin números.
Amarte de frente,
como el horizonte que no se mueve,
como la verdad que no se dobla.
No importa si el calendario se equivoca,
si los años pintan líneas en nuestra piel.
Amaré con todo lo que fui
y todo lo que quedó por vivir:
la locura de los 15,
la ternura de los 50,
el fuego que no entiende de edades.
 
Porque el amor, cuando es verdadero,
no cuenta lunas ni mira atrás.
Es raíz y es vuelo,
es cicatriz y es beso,
es entregar el alma sin preguntar «¿hasta cuándo?».
Amar así: salvaje, eterno,
como si el tiempo no existiera...
y al mismo tiempo,
como si cada segundo fuera el último.
 
—Luis Barreda/LAB

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