Vino añejo que das los años a un paladar exquisito, vista engañosa de boca caníbal, que dejáis las briznas del trigo danzando en un averno de piedra, decidle al pueblo cuál es el secreto que encerráis en vuestra miga bondadosa.

Coros angelicales, recorred con vuestros cánticos el olfato de un comensal exigente que, altruista, se deja deleitar por un manjar despiadado.

Señorío!, retoza tus papilas en el más infinito Edén, que cruja la hoguera en tu oído al compartir la oblea con el pobre, llena las articulaciones de tus manos de paz y ventura, no neguéis el sustento a la hambruna,

deja que duela la libertad en tus labios por sentir el dulce, por sentir de nuevo la inocencia de un niño.

Lola Maldonado (Valquiria de Lunas)

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