Zas... zas... Resuena el tajo entre el cafeto
bajo el sol que los páramos rescalda
y dobla pudreorejas de esmeralda
que simulan encajes en el seto.
El fresco manantial discurre inquieto
de la colina en la vistosa falda,
y finge el cafetal una guirnalda,
—joyel de Ceres de rubís repleto—
Zas... zas... zas... zas. Trabajan los paleros
y sudan bajo el sol, en sus labores,
mientras cantan yigüirros y jilgueros.
Suspenden su labor los labradores
y tornan al hogar por los senderos
que perfumaron las silvestres flores.