Días lluviosos
He dejado de mirar las estrellas para observar el firmamento. He dejado que mi risa se consuma en pesadillas bajo un mar de lágrimas sin sentido alguno. He comenzado a fumar más de la cuenta preguntándome si es lo correcto, he estado llorando en las esquinas esperando tu regreso.
He perdido la cuenta de cuantas cajetillas he tirado al suelo.
Una... Dos... Tres...
El reloj no parece marcar las horas y los minutos se disuelven en mis manos, ceniza cayendo en mis zapatos.
¿Estaré bien, o comienzo a llorar de nuevo?
El sol me abraza con su calor, las ojeras parecen estar formando parte de mi día a día y he roto los espejos porque mirarme era extraño si lo único que veía era la sombra de una mujer desvivida.
¿Pero, quién soy yo? Parezco estar perdiendo mi camino.
Son las seis de la mañana y no distingo tu llamada, he vuelto a mirar las calles, no ha dejado de llover y aún así no pareces querer volver.
¿Desde cuándo me convertí en esto? Una mujer que espera y desespera sentada al borde de su ventana deseando que algo pase frente a ella, una estrella fugaz, un lindo día o un amado que no se olvida.
