Inscripción en la escuela del huerto
Una luz solar brillaba con fuerza, sentí el sonido de un riachuelo próximo al lugar donde mi holograma psíquico se manifestó semicorpóreo, la temperatura sé percibía altísima mas me adapte perfectamente ella como si fuese eso algo natural.
Mientras me movía hacia el riachuelo, un bellísimo ser femenino apareció portando un racimo de uvas de un intenso color violeta, uvas muy grandes, tan grandes como ciruelas.
Vi muchas plantas exóticas todas medicinales, eran muy brillantes despidiendo luz propia, luz que entendía pues percibía la esencia de las cosas.
El ser dijo llamarse serenidad; su talento según intuí, consistía en ser interprete para el reino vegetal, usaba las palmas de sus manos, colocando las hojas entre ellas para comunicar sus pensamientos a las plantas que tocaba.
¡Te va a encantar su sabor!, Comento, las uvas se honran de ser sustento, son una variedad muy dulce y su sabor es parecido a la miel, come las que quieras....
Al ingerir una de ellas instantáneamente me vi frente a un portal dorado muy cubierto de vegetación, tras las puertas, que de pronto se abrieron, se escuchaban cánticos muy bellos, el cantar de los elementos.
Observe entonces un circulo enorme sobre el piso, formado de triángulos que parecían estar en movimiento, constituían una superposición que cambiaba a medida que aparecían nuevos triángulos, comprendí de inmediato que podía crear un nuevo triángulo e insertarlo, moviéndolo con mi pensamiento si creía que debía hacerlo, para encontrarle un lugar perfecto.
Se trataba de un juego que captaba la atención del recién llegado, serenándolo e integrándolo a la esencia del huerto.
Sólo parece que los triángulos están separados pero conforman uno solo, como todos nosotros, explico el un Ser luminoso muy alto, que de repente apareció y me tendió sus manos.
Serenidad, tradujo en palabras una inscripción que colgaba de un aljibe cercano “ Cada ser es único “, Cada uno tiene su lugar especial en este huerto, escuela de sanadores Venusinos en Roraima.
Me senté en un banco de mármol blanco frente al radiante aljibe y comencé a meditar, escuchando a la luz cantar una canción de armonización, que solo podía comprender mi corazón..........
Continua