Entramos por un cenote
Colindante a un morro
Dentro de la espesa selva
La luz se filtra y crea
un enrejado de haces
Que semejan las cuerdas
de un bello instrumento
cuyo sonido lo producen
los seres que habitan el viento
Cuarenta y nueve metros hacia
Abajo sobre una base circular
una cabeza en piedra labrada
Mira hacia la entrada
Sus ojos siguen la luz que
Sobre las aguas se refleja
Vamos hacia una cascada
Seguimos un hilo de platino
A través de una grieta
Vemos la ciudad dorada
Que parece emerger
A la orilla de un cristalino lago
Sobre una explanada
Siete arcadas sostienen una
Pirámide escalonada, que
Mantiene como guardias
Cinco soles de piedra rosada
La vegetación cubre casi
Por completo seis pirámides
En un circulo perfecto
Todo el complejo rodeado
De bellísimas cascadas y
Fuentes de donde brotan
Hilos de agua que sana
Un Arbol blanco crece
En medio de un cumulo
De columnas que forman
Nueve círculos dorados
Anillos de fuego eléctrico
Crean un campo electromagnético
Que nos mantiene fuera del tiempo
Junto al Arbol de la Vida
Libamos del néctar sagrado
Cambiamos nuestro pesado traje
Por un nuevo atavío,
Suave, sutil y bello
Cantamos a la belleza
Como canta el ave que
a su hogar regresa.