Desperté en el jardín del templo
abrí mis ojos lentamente,
sentí “ una mirada en la mía”
Era un hermoso colibrí,
Bello como un diamante
Le sonreí y el tranquilamente
movió su cabeza, volando
girando en derredor mío,
Sus alas cual campanillas
Emitían melodías celestiales
Más atrás congéneres suyos
de color violeta, dorado y
rubí fosforescente
Formaban todos un coro
De múltiples colores y tonos
El que me miraba
Cristalino e iridiscente
libaba las mieles de
flores y frutos del éter
Me enseña silente como
Alimentarse de toda la belleza
que nos brinda la naturaleza
Y de las gotas de energía
Que podremos destilar del éter