Mil noches son las que he perdido
pensando en el fin de sentimientos,
ahogándome en ellos, hasta casi el
desfallecimiento.
Vivo mis días bajo el cuestionamiento
de si pudiese encontrar la sabiduría,
entrar en completa armonía,
llenarme de conocimiento.
Años de mi vida pensando en encontrarla,
creyendo que las respuestas de la vida están
en ella,
y cuando más pienso que estoy cerca,
más se revela que poco a poco de mí
se aleja.
Los venenos malditos de la vida me han enseñado,
que es necesario el ser fuerte,
que esto es un camino de valientes,
que fácilmente puedes terminar acabado.
Con el pasar del tiempo se deja ver
que este camino es de tristeza,
que en cada paso que haya,
y donde quiera que vaya
en mí logra crecer un ser cada vez más
bastardo,
completamente alejado
de su naturaleza,
alguien perdido en los confines de su cabeza,
donde ni la locura, ni la razón
logran poner un pie con firmeza.
Donde la búsqueda del conocimiento
queda como un viaje eterno,
lleno de lamentos
y
con un rastro eterno de sentimientos
sangrientos hacía un averno.
Donde la bondad,
la paz, el amor
y la salvación
pierden su esplendor
mientras te ahogas...
En frustración.