Kamar Vianello

La Gran Voz

Que pretendo encontrar
el fuego central de la noche,
que vuelo entre
tentativas despiadadas,
locos pájaros amarillos
añoran mi sangre,
van tejiendo mi destino
en la telaraña existencial,
cautivan presencias en mi esencia,
forman nidos horrendos en mis sueños,
abarcan su luz en mi sombra,
 
¡pero olvida apariencia!
 
Olvida tu reflejo,
crea tu nueva casa,
oye
al viento o al agua
como va golpeando la puerta de tu sonrisa,
una extraña sensación nos detiene aquí
bajo el árbol creador,
pero el cielo se arruga,
y aunque la distancia es amarga,
alzará toda la tibieza
que permanece en silencio,
desolada y distante
en su lectura de dragón,
sabrá como el fuego
que anhela la oscura guarida,
que al ver la gran sombra
iluminada desde la torre,
correrá detrás de la nada más pura,
deseando saber el origen de su máscara,
un niño sin alas sin destino,
como la quietud temblorosa
frente a las garras del arcángel caído,
quedará silencioso
en el fuego del mañana,
sin saber como entrar o como salir.
 
Cuerpos de luz brotan
como signos
invisibles desde la distancia,
irradian toda la ausencia
que nos conecta,
 formas reflejadas desplegadas
en un instante collage,
gritos abismales sin textura,
acertijos puente de una estrella a otra,
labios entretejidos
dulces incrédulos brillantes,
un único sabor
a amor de coral psicodélico,
un adiós vicioso de isla rara
viscosa visionaria agresiva.
 
Colgaré el disfraz de piel humana,
y esperaré el llamado espectral
del nuevo alba,
un barco de ceniza vendrá por ti,
y tallará en tu mente
la mirada del dios indiferente,
y la zona azul lentamente olvidarás,
la luna comunicará con el sol,
el vientre lunar invocará
amantes visiones solares,
el pensamiento sauce te adelantará
como una razón final,
todo el terror del bosque
se entregará como un tesoro,
voces se amontonan en la voz,
figuras narran tu travesia solitaria.

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