pocos somos
los que a viva voz aceptamos
que tu silencio aplaca
hasta a la más temida fiera
y es que, fiel compañera
tu sombra no desaparece
espera
y como hoja
al mínimo roce
corta toda piel que toca
admitámoslo, a la primera
entendimos que no existiría
remedio ni pastilla
que logre separarnos
tan fácil como saber
cuando vas a volver
a tocar a mi puerta