#Colombianos
Y me senté en el carro de la sombr… presa del más horrendo paroxismo, y comencé a rodar sobre una alfomb… formada por el cosmos del abismo. y abarqué el infinito en una sola
¡Ay! ¿Cómo quieres que tu madre e… en este mundo bienhechora calma, si le desgarras, al nacer, el vien… y le desgarras, al morir, el alma? ¡Y esa madre infeliz, cómo a porfí…
Jamás con mi recuerdo estarás sola… viviré sin cesar en tu presencia, mientras el lago aquél tenga una o… mientras el bosque aquél... guarde… Mientras que de tu pecho en los ar…
Nunca mayor quietud se vio en la m… ni frío más glacial que el de esta… que tú alargaste al espirar, en va… y que cayó en las sábanas, inerte. ¡Ah... yo no estaba allí! Mi acia…
Guardo en mi pecho un trono para la madre mía: que aunque ella me dio el ser, yo… porque no supo el daño que me hací…
¡La campiña! Sobre el césped del cortijo va la… tierna, rubia, frágil, blanca; —bajo el brazo la muñeca de cartón rosada y hueca—
Cantaba el ruiseñor su serenata. En el nocturno piélago se hundía detrás de la imponente serranía la luna como góndola de plata. Cantaba el ruiseñor su melodía.
Ojos indefinibles, ojos grandes, como el cielo y el mar hondos y pu… ojos como las selvas de los Andes: misteriosos fantásticos y oscuros. Ojos en cuyas místicas ojeras
—¿La luz más refulgente? —Está en tus ojos. —¿La mayor alegría? —En tu presencia. —¿La miel más dulce?
¿Has contemplado, a lo lejos, al sol que, paso a paso, va descendiendo al ocaso con su manto de reflejos, cómo por lúgubres huellas
Si supiérais con qué piedad os mir… y cómo os compadezco en esta hora. En medio de la paz de mi retiro mi lira es más fecunda y más sonor… Si con ello un pesar mayor os caus…
Entre las hojas de laurel, marchit… de la corona vieja, que en lo alto de mi lecho suspend… un triunfo no alcanzado me recuerd… una araña ha formado
De noche, bajo el cielo desolado, pienso en tu amor y pienso en tu a… y miro, en mi interior, deshecho e… que te alcé como a un ídolo sagrad… Al ver mi porvenir despedazado
Huyeron las golondrinas de tus alegres balcones; ya en la selva no hay canciones sino lluvias y neblinas. Me da el pesar sus espinas
Azul... azul... azul estaba el cie… El hálito quemaste del estío comenzaba a dorar el terciopelo del prado, en donde se remansa el… A lo lejos, el humo de un bohío,