#Mujeres #SigloXX #Uruguayos
La noche baja del perfecto cielo sobre ese mar de mi lejano sueño. Así eran en tiempos de mi ensueño crepúsculo, horizonte, paso, vuelo… Un dulce gris, ceniza devorada
He bebido del chorro cándido de la… Traigo los labios frescos y la car… Mi boca hoy tiene toda la estupend… de una rosa jugosa, nueva y recién… El cielo ostenta una limpidez de d…
Sirena que en el sueño me has llam… desde tu frágil costa de neblina: en tu vaga canturia ultramarina un reclamo de abismo me ha llegado… Tal vez me tengas, de coral labrad…
¡Si vieras qué cama tan suave es e… Cuando recién nace, verde claro y… Parece que uno durmiera entre pana… El plumón del bosque se me antoja… ¡Y tanto como hace que en él no me…
Ceja de la luna nueva sobre la comba del monte. Por aquel camino bajan lucesitas color cobre. Se corren hacia la mar,
¡Beso que ha mordido mi carne y mi… con su mordedura que hasta el alma… ¡Beso que me sorbe lentamente vida como una incurable y ardorosa heri… ¡Fuego que me quema sin mostrar la…
Glotona por las moras tempraneras, Es noche cuando torno a la alquerí… Cansada de ambular, durante el día… Por la selva en procura de moreras… Radiante, satisfecha y despeinada,
Flauta de sal, ayer; hoy dulce cañ… en que ya trina una esperanza nuev… que ni llovizna ni tristura empaña y ecos de plata por el campo lleva… Estéril es el valle de la saña,
Es alegre el camino bajo las ramas Flexibles y doradas de las retamas… De tal modo floridas que es el sen… Para los verdes prados, un pebeter… Las glotonas abejas viven de fiest…
Desde la curva orilla de la luna me alcanza el sueño leve y descans… Duérmese el bosque, duérmese el ve… la desdicha, el gemido y la fortun… Muere la tierna irrealidad de luna…
¿Por qué caminos del alba andas descubriendo el cielo ese, prometido a unos los que sufrimos, creemos y le pedimos a Dios
En el hato de vacas cariblancas y mamones terneros bien nutridos, el viento aprovisiona sus mugidos, restañando su látigo en las ancas. Junto a la llama leo libro amado.
¡Qué pequeño es mi sueño, qué delg… y qué pobre, mi sueño que no tiene ni rosas, ni alcanfores, ni venado… y a pie descalzo por el fango vien… Mi sueño, tan hambriento y flagela…
Te voy dando el aliento de mi vida con huracán o silfos de la brisa, con duro llanto o elevada risa, con ademán abierto o mano asida. Del caballo en que voy tienes la b…
¡Todo el oro del mundo parecía diluido en la tarde luminosa! Apenas un crepúsculo de rosa la copa de los árboles teñía. Un imprevisto amor, mi mano unía