Dime á qué flor, Jacinta, le robaste
El color de tus labios
Y de qué cáliz cándido extrajiste
Tu aliento perfumado.
¿Me guardas el secreto porque temes
Que te usurpe en su fuente tus encantos?
¡Pierde el temor, Jacinta, que esas flores
Los tristes como yo no hallan al paso!