Qué es este viento tan inspirador
que susurra en lenguajes montaraces,
relamiendo orejas en derredor
y acariciando yerba en malabares.
Con qué dulce cadencia se aposenta
en altas copas y profundas raíces.
Con qué primor al astro complementa,
regalos, de la memoria, felices.
Y que no venga el tiempo a arrebatarme,
la estancia que sempiterna deseo,
pues no hallo en esta tierra algo más feo,
que renunciar a este encanto, a negarme,
a contemplar los ocasos por siempre,
magnificencia de esta vida en ciernes.