Libre ya Platero del cabestro, y paciendo entre las castas margaritas del pradecillo, me he echado yo bajo un pino, he sacado de la alforja moruna un breve libro, y, abriéndolo por una señal, me he puesto a leer en alta voz:
Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Entre vuelo y gorjeo, se oye el partirse de las semillas que el pájaro se está almorzando.
Una cosa enorme y tibia avanza, de pronto. como una proa viva, sobre mi hombro... Es Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo, viene a leer conmigo. Leemos:
Pero el pajarillo, que debe de digerir aprisa, tapa la palabra con una nota falsa.
Ronsard, olvidado un instante de su soneto «Quand en songeant ma follâtre j’accolle»... se debe haber reído en el infierno...