Sólo son tuyas –de verdad– la memoria y la muerte,
la memoria que borra y desfigura
y la sombra de la muerte que aguarda.
Sólo fantasmales recuerdos y la nada
se reparten tu herencia sin destino.
Después de sucios tratos y mentiras,
de gestos a destiempo y de palabras
—irreales palabras ilusorias—,
sólo un testamento de ceniza
que el viento mueve, esparce y desordena.