Juan Gelman

El caballo de la calesita

Trajín, ciudad y tarde buenos aires.
Aire de plaza, ruido de tranvía.
(Galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita.)
 
Los hombres van y vienen. Una vieja
vende manzanas en aquella esquina.
(Corazón de madera, ojo pintando,
gira el caballo de la calesita.)
Un grave industrial hace negocios.
Un vago duerme junto a la banquina.
(Transitado de risas y de niños
gira el caballo de la calesita.)
 
Una pareja se ama. Un angustiado
compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor. Pero no llores,
gira el caballo de la calesita.)
 
Os contaré una historia maravillosa y cierta.
Una tarde (el crepúsculo lentamente caía)
se me llenó la boca de soledad. Desierta
era mi sangre. Mi alma ni un pájaro tenía.
Caminaba. A lo lejos se oían los violines
que el crepúsculo toca para verme más triste.
Mi alma se vestía de lentos adoquines.
(Mi alma en la soledad no se desviste.)
 
Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita.
Me vio tan solo que se fue conmigo.
Y ahora en mi corazón y desde entonces,
transitado de niños y de risas,
prisionero en mi música voltea,
gira el caballo de la calesita.
 
(Tiene el ojo pintado.
Su corazón es de madera limpia.)

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