He dejado atrás las sombras del ayer,
lo que un día fue mío, ya no vuelve a ser.
Familia, amigos se han ido lejos,
y con ellas, los lazos que mantenían mis reflejos.
Mi trabajo, mi vida, lo que solía tener,
se ha desvanecido como el amanecer.
Ya no hay ciudad que me abrace al llegar,
ni un rincón que pueda llamar “mi hogar”.
Errante me siento, de un lado a otro,
siguiendo caminos que no tienen retorno.
Mi rutina es un eco, vacío, sin fin,
una danza de pasos que no llegan a mí.
Me aíslo en momentos, buscando paz,
pero el mundo afuera ya no es igual.
La gente me parece distante, extraña,
como si la vida fuera una verdad que engaña.
El tiempo pasa, pero no deja huella,
soy un viajero en busca de una estrella,
un lugar, un rincón donde pueda descansar,
donde el errante finalmente pueda parar.