José Zorrilla

A Venecia

- I -

 
Allí está, Venecia, la dueña opulenta
De antiguos, y nobles, y libres blasones,
Venecia la hermosa, la villa que cuenta
Que a sueldo tenía soberbias naciones,
Señora del mar.
 
Que cuenta que un día imperios y reyes
Su gala envidiaron, su nombre temieron,
Y el mar y la tierra besaron sus leyes,
—Y enviáronla buques, soldados la dieron;
Porque ella supiera batirse y triunfar.
 
Un día a sus ojos la tierra callaba,
Un día su nombre la tierra llenaba:
Pasaron los días, Venecia pasó.
Hoy es una viuda y hermosa Sultana,
Que tiene su corte ridícula y vana
Allá en un palacio que el Sultán la dió.
 
¡Venecia la encantadora,
La de los pardos pilares,
De las ciudades señora,
La señora de los mares,
La corona de jardines
Colgada sobre canales!
No son tu gala y festines
Los que valen lo que vales.
Hechizo de Italia, sí,
Mas del poeta la lira
No es por ti por quien suspira,
No, Venecia, no es por ti.
 
¿Qué valen tus gondoleros,
Y tus regatas vistosas,
Tus republicanos fueros,
Tus máscaras revoltosas,
Y tus timbres altaneros,
Sin los ojos hechiceros
De tus hermosas?
 
¡Ay, que tus días pasaron!....
Venecia, la maravilla,
A quien monarcas doblaron
Otro tiempo la rodilla,
Tus timbres ¡ay! se borraron,
Tus señores olvidaron
La hermosa villa.
 
Antigua reina del mar,
Mal encubres tu caída
Tus bodas al celebrar
Con la posesión perdida.
Llora, Venecia, sí, llora,
Haz duelo en amargo llanto,
Que tus esclavos, señora,
Escupen sobre tu manto.
Reina, tu Adriático brama
Lejos ya de tus confines,
Olvídale, noble dama,
Entre danzas y festines.
 
Tu patrono ha encanecido,
Tu raudo león no vuela,
Sobre sus garras dormido,
Por tu grandeza no vela;
Brioso alazán herido,
Su caballero ha perdido
Freno y espuela.
 
Un capricho que pasó,
Matrona opulenta, fuiste;
Tu Príncipe te olvidó;
Hermosa, ya envejeciste
Y tu tez se marchitó:
¡No pienses, Venecia, no,
En lo que fuiste!
 

- II -

 
¡Reír, cantar, beber, corta es la vida!
Reír, hasta que seca la garganta
Niega paso a la voz enronquecida;
Cantar, hasta que el alba se levanta,
Que yace en el Adriático dormida.
¡Opulenta Venecia, ríe y cantal
Ríe y canta, señora de los mares,
Que la risa y la voz cubren el llanto;
Y mientras roe el tiempo tus pilares,
Y deslustra la lluvia el áureo manto,
Risa, y juego, y festines, y cantares.....
Rueden las horas del dolor en tanto.
 
Porque la voz de una orgía
La voz de un enfermo apaga,,
Que un suspiro de agonía
No penetra en un festín.
Canta, Venecia la bella,
Para cubrir el crujido
De tu poder que se estrella,
Y va rodando a sa fin.
 
Levanta una carcajada
Para apagar un gemido,
Fatídica campanada
Preludio de un funeral;
Melancólica armonía
Que en la bóveda del templo
Vibra al expirar el día,
Y es un canto sepulcral.
Porque, pese a tus placeres.
A tu pompa y tu hermosura,
Hoy, Venecia, sólo eres
Una memoria de ayer,
Un sepulcro cincelado
Entro flores y perfumes,
Donde yace abandonado
Ta carcomido poder.
Un velo blanco de lino
De una virgen desgraciada,
Ofrenda al verbo divino
Suspendida en un altar;
Barro inmundo en que grabaron,
Con mano desesperada,
El nombre que te legaron
Tantos siglos al pasar.
 
Tu ley sea el placer, ciudad gigante:
¡Reír, cantar, beber, corta es la vida!
Que en un festín espléndido y brillante,
Duerme el pasado, el porvenir se olvida.

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