Yo sigo enamorado de la estrella
que ilumina mi melancolía
dándole miel a la ternura aquella
que acaso era vulgar, pero era mía.
Mi corazón ha envejecido un poco,
pero, a pesar de su envejecimiento,
me duele todavía si lo toco
y todavía se me va en el viento.
Y tercamente, qué sé yo hasta cuando,
mi viejo corazón sigue esperando
la última rosa del jardín marchito;
y ya después no importa que se vaya,
como la última arena de una playa,
con el último verso que haya escrito