José Alfredo Jiménez

Islas Marías

Estoy enterrado vivo,
estoy pagando un delito,
llorando muy despacito
pa’ ver si el llanto me dura más.
 
Ya no me ha quedado nada,
mi vida está destrozada,
yo tengo como fortuna
la luz del cielo
que Dios me da.
 
Rodeado de mar me encuentro
pensando en el otro tiempo
allá cuando el sentimiento
era enemigo de hacerme mal.
 
Yo vivo de un gran recuerdo
de aquella que fue mi vida
y sueño con el pasado
sin que el futuro me importe ya.
 
Aquella mujer que amaba
se fue de mí avergonzada,
ninguno de mis amigos
quiso escribirme hasta mi prisión.
 
Tan sólo mi pobre madre
consuelan mis negras penas
mandándome en cada carta,
como una santa, su bendición.
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