Mar,
llegaste hasta la orilla
que Dios te señaló;
mar,
no puedes abarcar,
aunque quisieras, más que yo.
Mar,
llegaste hasta la orilla
que Dios te señaló,
a quedarte tranquilo,
tranquilo y quieto,
a pesar de tu grandeza
y tu furor.
Pero esperas que el viento te acompañe
y entre los dos
formar una tormenta,
entre los dos hacer mil tempestades
y arrastrar a su paso
lo que encuentran.
Mar,
llegaste hasta la orilla
que Dios te señaló;
mar,
no puedes abarcar,
aunque quisiera, más que yo.
Yo
quiero a fuerza
adueñarme de este amor,
pero siempre mi vida
se detiene en la orilla
que Dios también a mí me señaló.